lunes, 31 de mayo de 2010

la vena blanca
que desc
ansa en su cuello
que une los sueños con la indolencia del mundo

estalla en invierno

miércoles, 26 de mayo de 2010

la caída


Claro que no es la primera vez que sucede. No puede recordar cuántas veces (podría no haber sucedido nunca y sería lo mismo). La primera vez lo había hecho para demostrarles a los demás que no tenía miedo. Pero tenía. Había cerrado los ojos y se había dejado llevar por el viento. Había pensado eso "soy el viento" y el cuerpo se le había vuelto ligero. La caída había sido tan rápida (siempre la caída es un momento imperceptible, demasiado rápida para tomar conciencia de que uno está cayendo a un lugar oscuro, sin bordes, fuera del mundo)que sólo podía recordar el después. Sabe que cuando llega al agua, cada vez, aprieta los dientes con fuerza (nadie ve eso, todos estan absortos porque ha saltado, todos atrapan la espectacularidad del salto, nadie piensa en el cuerpo que golpea brutal contra el agua salada). Sabe que una vez adentro desea que el fondo esté lejos de la superficie, y cuando el cuerpo sigue su rumbo envalentonado por haber recobrado el alma de quien lo habita, siente la incertidumbre que se tiene cuando al despertar de una horrible pesadilla, una parte de sí (el farol en la mano deja ver un poco solamente lo que está alrededor)ignora todavía que ha vuelto y que todo lo que pasaba no era cierto (no es cierto).
Hace mucho (no puede recordar cuándo), un día que no había viento, el miedo se había convertido en frío. Había tocado con la punta del pie las rocas filosas y había estado tan cerca de ser ella misma parte de esa masa silenciosa que había salido del agua llorando. Pero nadie se había dado cuenta. Nadie mira la cara del que sale de nuevo al mundo. Todos están pendientes de la salida pero sólo para comprobar que eso que ha volado esté vivo (y está más vivo que nunca, el farol se ha convertido en una luz cegadora que lo ilumina todo), a nadie le gusta mirar a la muerte.
El cuerpo del que se ha tirado (el cuerpo sin peso) ya no pertenece al orden de los que caminan pesados sobre la tierra. Cómo podrían parecerse.
La caída se repite una y otra vez en los ojos de los que miran, como si estuviera atada a una rueda, pero nada más lejano (las cosas se han vuelto invisibles, la sal se le mete por los ojos). El arrojarse es tan definitivo, que ya no recuerda, se le olvida, se le desvanece el cuerpo. Una vez arriba simula caminar por la tierra como los otros. No es cierto (la oscuridad del fondo se le ha impregnado en la piel como un traje mojado). No hay lugares seguros. Cómo podría haberlos?