domingo, 28 de noviembre de 2010
malezas
el nombre y el jardín
el nombre atado al jardín
y el domingo prendió una luz
quién soy?
(y esas cosas como tantas se resuelven sólo los días hábiles)
jueves, 16 de septiembre de 2010
y las observaciones
(y el graznido de los pájaros)
y el dejar de ser
y lo insoportable
pide
silencio
que la piel se me afloja
hay algo malo en mí
tengo las manos llenas de palabras
que caminan como hierba
entre las hormigas
("para mantener en secreto
el sentido de un poema como este")
islandia
y el olor a luz
(pero va a haber chimenea
y voy a abrigarte)
siestas de madrugada
y una voz que habla
sólo
de
mí
y me repite
y otra vez se da vuelta
y nada
y abre los ojos
que no ven de tan cerca
la brazada que casi toca el borde
y la línea punteada
que se estira
y sabe antes de tiempo
(antes del tiempo)
cómo es lo que la voz no dice
pero da lo mismo
el dibujo de tus brazos
sobre el otro que rompí
era mi cuerpo
sábado, 3 de julio de 2010
sábado, 26 de junio de 2010
Vigo
que está estancado
guárdalo
eso que no tiene nombre
que tiene el nombre del padecer
sin razón
déjalo en reposo
que está frío de sombra
que está caliente de no ser nada
busco a ciegas
los pies que la tierra reconocen
para apagar la incandescencia
la espalda que cubre el corazón
piensa en tener recuerdos
se levanta, se rebela, se proclama
presente!
pero siempre olvida
lunes, 14 de junio de 2010
viernes, 4 de junio de 2010
humedad
platos de durex
empapelado de pequeñas flores
todo en tonos marrones
como de la tierra que vienen
la escasa luz viene a mostrar
Mar del plata
una pelota con la que
no se puede jugar
la masilla negra
que se derrite al sol
entre las baldosas
el estanciero y
sus porotos helados
la promesa de una felicidad aparente
los murciélagos
que hablan en la persiana
(que me hablan)
el cuarto de servicio
al servicio del silencio
la cama anaranjada hecha para nadie
el agua con otro gusto
la alfombra
áspera
como mi cuello de noche
cómo han hecho
para quitarle el aire
a una casa entera
sentada miro
y espero
la promesa del día:
patinar abrigada
como si fuera de viento
y la escollera que termina
en la ola que rompe
el silbido apenas
adentro de mi cuerpo
avisando que se esconde
pero está
va a salir por la noche
asma
monstruo
y no tendrías que haberte
mojado los pies en el mar
y no tendrías que haberte sacado
el pasamontañas
el viento acá
frío acá
se lleva el aire
y no lo devuelve
sopla desde adentro
su queja de fuego frío
mi pecho
revoltijo de silbidos
porqué lo haces?
Quiero decir algo
quiero decir lo que no se puede
sentada en la oscuridad
miro
y espero
que el monstruo
se apiade de mi cuerpo pequeño
de mi cuerpo retazos
del castigo de mi cuerpo transparente
y quiera dormir conmigo.
jueves, 3 de junio de 2010
El jardinero
le estoy pidiendo que haga mal su trabajo. que deje las malezas. que acabe con la matanza. yo me quiero enredar en todo este verde, le digo. el hombre no me entiende, suelta el machete con furia y lo tira en la tierra. se va por el caminito pateando las hojas. hoy frené el genocidio vegetal pero no podré vencerlo siempre. le han pedido que limpie el jardín y eso va a hacer. más tarde. cuando yo ya no esté, yo y mis deseos de extranjera caprichosa. yo, la gringa que no entiende nada. volveré en un rato y ya sé. la tierra pelada y el machete rojo cansado y el hombre sin sonrisa, con todo el sudor del mundo sobre su piel, yéndose despacito por el canal. satisfecho por su victoria. no importa. mañana o pasado van a asomar de nuevo los brotecitos verdes. llueve todos los días en la isla. y qué lindo seguirles el crecimiento. y qué lindo a la mañana cuando lo verde quiere entrar en la casa, crecido, lleno de palabras que se atoran en el mosquitero, el verde, lleno de bichos que nunca me pican. y va a volver el jardinero en un mes o dos, lo voy a ver venir por el canal en ese botecito flaco que no aguantaría las olas que hay del otro lado. Y de nuevo le voy a decir que con cautela, que apenas, que ahí cerca del río nomás, que las flores no, que los plátanos no, que el almendro no, de nuevo, en vano, le voy a decir que no al jardinero que me va a maldecir en voz baja por hacerle perder el tiempo.
lunes, 31 de mayo de 2010
miércoles, 26 de mayo de 2010
la caída
Claro que no es la primera vez que sucede. No puede recordar cuántas veces (podría no haber sucedido nunca y sería lo mismo). La primera vez lo había hecho para demostrarles a los demás que no tenía miedo. Pero tenía. Había cerrado los ojos y se había dejado llevar por el viento. Había pensado eso "soy el viento" y el cuerpo se le había vuelto ligero. La caída había sido tan rápida (siempre la caída es un momento imperceptible, demasiado rápida para tomar conciencia de que uno está cayendo a un lugar oscuro, sin bordes, fuera del mundo)que sólo podía recordar el después. Sabe que cuando llega al agua, cada vez, aprieta los dientes con fuerza (nadie ve eso, todos estan absortos porque ha saltado, todos atrapan la espectacularidad del salto, nadie piensa en el cuerpo que golpea brutal contra el agua salada). Sabe que una vez adentro desea que el fondo esté lejos de la superficie, y cuando el cuerpo sigue su rumbo envalentonado por haber recobrado el alma de quien lo habita, siente la incertidumbre que se tiene cuando al despertar de una horrible pesadilla, una parte de sí (el farol en la mano deja ver un poco solamente lo que está alrededor)ignora todavía que ha vuelto y que todo lo que pasaba no era cierto (no es cierto).
Hace mucho (no puede recordar cuándo), un día que no había viento, el miedo se había convertido en frío. Había tocado con la punta del pie las rocas filosas y había estado tan cerca de ser ella misma parte de esa masa silenciosa que había salido del agua llorando. Pero nadie se había dado cuenta. Nadie mira la cara del que sale de nuevo al mundo. Todos están pendientes de la salida pero sólo para comprobar que eso que ha volado esté vivo (y está más vivo que nunca, el farol se ha convertido en una luz cegadora que lo ilumina todo), a nadie le gusta mirar a la muerte.
El cuerpo del que se ha tirado (el cuerpo sin peso) ya no pertenece al orden de los que caminan pesados sobre la tierra. Cómo podrían parecerse.
La caída se repite una y otra vez en los ojos de los que miran, como si estuviera atada a una rueda, pero nada más lejano (las cosas se han vuelto invisibles, la sal se le mete por los ojos). El arrojarse es tan definitivo, que ya no recuerda, se le olvida, se le desvanece el cuerpo. Una vez arriba simula caminar por la tierra como los otros. No es cierto (la oscuridad del fondo se le ha impregnado en la piel como un traje mojado). No hay lugares seguros. Cómo podría haberlos?
viernes, 16 de abril de 2010
urgencia
no era cierto
tanta agua de sobra
el brazo y el abrazo me sacuden
y se me pegan los ojos si los cierro
el cuerpo vegetal es separado,
pulido, interceptado
que no quiero!
el reverdor del roce
la certeza
la piel cuarteada con sed de lejanía
antes
cantaba en la ventana
mi deseo
y para mí sola llovía
(yo me hubiera animado)
rayo de agua salada
sobre el mundo
antes era espesada por la lluvia
cuerpo abierto y sencillo
ahora la hoja en la piel se me despega
se hace hueso besado por un ciego
estalla suavemente
y toca
donde no
puede
el ojo asombrado que bracea
llega al lugar lejano
y siempre es mediodía
(y para qué si con urgencia quería)
no era cierto.
tanta agua de sobra.
la lluvia me prende fuego.
así termina.