jueves, 3 de junio de 2010

El jardinero


le estoy pidiendo que haga mal su trabajo. que deje las malezas. que acabe con la matanza. yo me quiero enredar en todo este verde, le digo. el hombre no me entiende, suelta el machete con furia y lo tira en la tierra. se va por el caminito pateando las hojas. hoy frené el genocidio vegetal pero no podré vencerlo siempre. le han pedido que limpie el jardín y eso va a hacer. más tarde. cuando yo ya no esté, yo y mis deseos de extranjera caprichosa. yo, la gringa que no entiende nada. volveré en un rato y ya sé. la tierra pelada y el machete rojo cansado y el hombre sin sonrisa, con todo el sudor del mundo sobre su piel, yéndose despacito por el canal. satisfecho por su victoria. no importa. mañana o pasado van a asomar de nuevo los brotecitos verdes. llueve todos los días en la isla. y qué lindo seguirles el crecimiento. y qué lindo a la mañana cuando lo verde quiere entrar en la casa, crecido, lleno de palabras que se atoran en el mosquitero, el verde, lleno de bichos que nunca me pican. y va a volver el jardinero en un mes o dos, lo voy a ver venir por el canal en ese botecito flaco que no aguantaría las olas que hay del otro lado. Y de nuevo le voy a decir que con cautela, que apenas, que ahí cerca del río nomás, que las flores no, que los plátanos no, que el almendro no, de nuevo, en vano, le voy a decir que no al jardinero que me va a maldecir en voz baja por hacerle perder el tiempo.

2 comentarios:

María dijo...

Recién escribí algo sobre Héctor, que me acaba de pintar una pared blanca. El jardinero (y Héctor) hace su trabajo... y mucho más.

María dijo...

Ah, y lo más importante: muy lindo el relato!